Las percepciones en la empresa y en la vida personal

Esther Vazquez Carracedo. Percepción

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Esther Vazquez Carracedo. Percepción

No, aunque lo pudiera parecer, este no es un post sobre el cine aunque tiene mucho que ver con el guión de muchas películas. Como yo, muchos de vosotros llegaríais a la conclusión de que en las películas se cuentan historias que raramente superan  la realidad.

Os invito a recordar esa película en la que como espectador os habéis sentido impotentes al ver que no podíais intervenir para ayudar.Desde el otro lado de la pantalla todo se ve con más claridad. El guión de dicha película sería el de dos protagonistas. Uno de ellos representa el personaje de lobo con piel de cordero que logra crear mal ambiente y  complicar todo de tal manera que impide que las cosas salgan correctamente. El otro protagonista,llamémosle el “ bueno”,  tiene el cometido de  poner orden y arreglar lo que no funciona en pos de un bien común. Según transcurre la película el espectador ya tiene claro dónde reside el problema. Incluso el protagonista “bueno”  también descubre dónde está la causa del problema pero resulta complicado desenmascarar a ese lobo disfrazado de cordero.El resto de actores simplemente viven los acontecimientos como algo normal y con resignación  aunque, no siendo tontos, se dan cuenta de que hay problemas a su alrededor.

¿Recordáis alguna película con este guión?

Traigo este guión  a este post porque yo lo viví en primera persona realizando uno de mis proyectos profesionales en una industria alimentaria. Lo viví como espectador y como protagonista  “bueno “.

Recuerdo el primer contacto con esta empresa. Me contaron su necesidad. Yo pregunté sobre la situación actual de la empresa. Tras esta reunión mi percepción fue que se trataría de un trabajo fácil y que debería poder completarse en un período corto de tiempo. Nada más lejos de la realidad. Ya  lo veréis.

Durante los primeros días de diagnóstico en planta y a lo largo del tiempo pude constatar la verdadera realidad de la empresa  y descubrir las causas raíz de por qué la empresa había llegado a aquella situación. Por un lado, la falta de conocimientos sólidos en seguridad alimentaria y en gestión de sus responsables.Por el otro, la presencia de dos lobos disfrazados de corderos.

En un principio tuve la percepción de poder ayudarles en sus carencias de habilidades de liderazgo y de trabajo en equipo y lo intenté (aunque este no era mi cometido directamente). Nada más lejos de la realidad. Hay actitudes  que no cambian o que requieren de más tiempo u otro aliciente para cambiar.

El trabajo se convirtió en una pesadilla. No hace falta que os cuente lo que significa trabajar con gente que no conoce qué es el trabajo en equipo, que no conoce la realidad de su empresa, que no aporta información veraz, que pone pegas a las propuestas sin aportar solución o argumentos, que no hace ni deja hacer, con tendencia a las complicaciones, quejica,  que tira balones fuera y con nulo sentido de lo que es prioritario. Así se hace verdaderamente complicado implantar un sistema de gestión en una empresa.

El objetivo  que me fue encomendado en este proyecto se cumplió, se puede decir que fue un Éxito. Sin embargo mi percepción es la de Fracaso. Un fracaso porque se invirtió más tiempo del necesario, más dinero del necesario y porque para mí el máximo esfuerzo ha tenido que ver con el despliegue de competencias y habilidades de autocontrol y templanza que con competencias técnicas. Y como no podía ser de otra forma, me ha afectado a la salud.

Una vez más, y como me gusta hacer  al final de cada proyecto me junté con el resto de empleados de la empresa para conocer su opinión de cómo habían vivido todo este proceso y cómo se sentían con lo que habían conseguido. Soy consciente de que quien no me conoce, puede llegar a tener la percepción de que soy una persona exigente, impaciente y nerviosa en determinados momentos. Nada más lejos de la realidad. Cuál fue mi sorpresa al escuchar algunas respuestas de los empleados  tales como “Esther, admiro tu paciencia, tu calma y tu tranquilidad”. No eran tontos, sabían perfectamente con lo que me estaba enfrentando.

Este tipo de respuestas de la mano de este tipo de personas son las que dan sentido a mi trabajo y me ayudan a seguir.

Las percepciones están ahí, a veces son ciertas y a veces no. En todo caso se extraen reflexiones valiosas de ellas. Nos ayudan a conocernos. Nos ayudan a conocer nuestros límites.

 

 

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