RELATO DE EMPRESA REAL
“¿Te acuerdas, Esther, que hace un año estaba pensando en dejarlo todo?”
Así empezó la llamada.
Un año antes, esa persona, de mediana edad , me contactó y me contó con una historia que ya he escuchado antes.
No venía de una gran industria alimentaria, ni de una saga empresarial. Venía de trabajar por cuenta ajena y de pelear, como tantos, por montar algo propio. Elaboraba sus productos en una instalación anexa a su casa, vendiendo como podía y cumpliendo los requisitos de seguridad alimentaria “por lo que le habían contado”.
Hasta que llegaron las exigencias de sus clientes del tipo:
“Si quieres seguir trabajando conmigo, esto tiene que estar legal”.
Es decir, necesitaba un registro sanitario y todo lo que ello implica.
Esta persona me confesó que estaba desanimada y con poca ilusión por lo que temía que se le venía encima.
Cuando fui a ver las instalaciones lo vi claro: o cuidaba su ilusión o no serviría de nada diseñar el mejor sistema de seguridad alimentaria del mundo.
El momento de la verdad: obra grande o mínima reforma viable
El local necesitaba reformas: acondicionamiento, divisiones, limpieza, pequeños cambios estructurales para poder conseguir el número de registro sanitario.
Podía haber ido por la vía fácil, ir por el libro y a lo seguro:
- lista de obras
- lista de inversiones,
- y, de paso, lista de razones para que terminase tirando la toalla.
Pero opté por otra ruta más sensata, la que requiere experiencia y tomarse la molestia de realizar un análisis de riesgo, es decir, plantearle la mínima reforma viable que permitiese cumplir la normativa sin desbordarlo.
Y se atrevió. Hizo la reforma. La primera parte del trabajo estaba hecha.
Keep it simple: seguridad alimentaria sin matar la ilusión (ni el presupuesto)
La segunda parte del trabajo consistía en:
- desarrollar el APPCC,
- diseñar el plan de trazabilidad,
- fijar los controles sanitarios,
- elaborar las etiquetas conforme a la normativa.
Aquí es donde muchos empiezan a imaginarse carpetas interminables, horas perdidas cubriendo registros y sobre costes en controles. Y aquí es donde yo tengo muy clara una cosa:
Si el sistema de seguridad alimentaria no se puede mantener en el día a día de manera sencilla, no sirve.
Así que apliqué mi propia política de trabajo: keep it simple. Diseñamos controles y registros sencillos, prácticos y económicos. Sí, has leído bien: hay maneras de ahorrar en seguridad alimentaria sin poner en riesgo la salud de los consumidores .
Y la cosa salió bien: conseguimos el registro sanitario en tiempo y forma y pudo aprovechar las ventas de la campaña de Navidad 2024.
Un año después: nuevo producto y una frase que vale más que una factura
Hace un mes volvió a llamarme: quería lanzar un nuevo producto y necesitaba actualizar el APPCC y preparar la etiqueta. Lo hicimos.
La semana pasada volvimos a hablar. Había presentado el producto en una feria y había sido un éxito. Estuvimos un rato hablando de dudas que le habían surgido a lo largo del año, de pequeños ajustes, de ideas de futuro.
Y, de repente, me suelta:
“¿Te acuerdas, Esther, que hace un año estaba pensando en dejarlo todo y que estaba muy desanimado?
Ahora estoy ilusionado. Ha valido la pena ponerse legal.”
En ese momento, mientras medio mundo piensa en los regalos de Navidad, yo pensé:
este es mi regalo de Navidad adelantado
Los euros que me ha pagado por el proyecto están en la factura, pero lo que a mí me compensa de verdad es saber que sigue adelante, que ha crecido como empresario y que ahora mira al futuro con ilusión.
Estas situaciones me recuerdan por qué hago lo que hago y me confirman que sigo alineada con mi propósito: aportar para construir un mundo mejor desde mi parcela de conocimiento y hasta donde alcanza mi entorno.
Si tú también estás desanimado, esto es para ti
Tal vez tú no estás elaborando en un local anexo a casa, pero sí en una planta que se ha quedado obsoleta, con procesos “de toda la vida” y con la normativa de seguridad alimentaria de hace 20 años.
Tal vez llevas meses pensando que para poner la empresa “legal” necesitas una inversión inasumible, que todos los consultores hablarán un idioma distinto al tuyo y que acabarás con más papeles que soluciones.
Si es así, déjame decirte algo desde el lado más personal de mi profesión:
- No estás solo, otros han estado en esa situación y encontraron solución
- Se puede cumplir la normativa sanitaria de manera sencilla y sin sobrecostes
- A veces, la clave no es hacer “todo”, sino hacer lo necesario y hacerlo bien.
Y si tú estás justo en ese punto de duda, cansancio o bloqueo… quizás sea el momento de hablar. No para prometerte milagros, sino para pensar juntos cuál sería, en tu caso, esa mínima reforma viable que te permita seguir adelante, tranquilo… y con ilusión.
Más de 27 años contribuyendo a que los propietarios de empresas de alimentación se sientan satisfechos de haber conseguido la ansiada certificación de calidad alimentaria, la necesaria mejora productiva, la rentabilidad deseada y la tranquilidad que llevaba buscando hace años.
Lo hago trabajando de manera temporal como uno más dentro de tu empresa para que los cambios perduran y la empresa funcione sin que estés todo el tiempo encima.
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