Los empresarios que tienen una cierta trayectoria a sus espaldas ya se han dado cuenta de esta realidad:
“tener un producto de calidad no es suficiente para que se venda”
Hubo un tiempo en que lo contrario era verdad.
En las primera, segunda y tercera revoluciones industriales se vendían bien todos los productos que se fabricaban, tanto si era de calidad como si no.
¿Por qué?
Porque había mucha demanda y poca oferta. Además, el cliente era menos exigente.
La realidad de ahora ha cambiado muchísimo comparado con la de entonces: la oferta es enorme, la demanda se estanca y el cliente es muy exigente.
Sin embargo, a día de hoy, aún me encuentro con proyectos impulsados por emprendedores que siguen creyendo que con tener un producto de calidad el éxito está asegurado.
Piensan: “este producto es buenísimo, seguro que se vende solo”
Y también me encuentro con gerentes de empresas alimentarias, que saben que tienen un buen producto, que en el pasado se vendía como churros en una feria y que a pesar de que llevan varios años observando que el beneficio empresarial baja y que las ventas también bajan aún así siguen apostando la viabilidad de la empresa a una sola carta:“ mi producto es un producto de calidad”.
Tanto en un caso como en otro, será cuestión de tiempo que llegue, como mínimo, la falta de liquidez y una alta tensión de tesorería que aconsejen el cierre o bien coger el timón de la empresa y empezar a administrarla como tal.
Me estoy acordando de un proyecto emprendedor cuyos socios eran de los que pensaban que el producto se vendería solo. Habían lanzado el proyecto 3 meses antes de contactar conmigo.
Querían que les ayudase con un programa de Mentorización.
El tipo de producto que estaban comercializando es un producto bien reconocido en cualquier mesa, y si procede de Galicia ya ni te cuento
Seguro que ya lo habéis adivinado de qué producto se trata.
Con semejante joya en la mano ambos socios pensaron:
“vamos a montar una empresa para comercializar este producto”
Hay que decir que ambos eran unos profesionales con mucha experiencia en el sector, pero con escasos conocimientos de lo que significa administrar una empresa alimentaria.
Durante el trabajo pasamos por la época del año que iba a ser la época estrella de ventas: la Navidad.
Se toparon con la dura realidad.
Una vez que habían asumido que el producto por sí sólo no era suficiente para mantener una empresa, el trabajo continuó por dónde tendría que haber comenzado. Es decir, conociendo las bases de la gestión de una empresa alimentaria y las bases de comercialización de productos alimenticios, incluyendo, por supuesto, el APPCC y la normativa sanitaria correspondiente a su actividad.
Seguimos trabajando establecimiento los precios, determinando los costes fijos y analizando las ventas.
Los socios se dieron cuenta del esfuerzo que suponía administrar una empresa, así me lo hicieron saber.
Finalmente decidieron aparcar el proyecto.
Se llevaron un buen aprendizaje, pero se hubieran ahorrado tiempo y dinero si se hubieran asesorado correctamente desde el principio, antes de dar de alta la empresa.
Y tú, ¿te identificas con esta realidad?
Consigue una mejora sostenida en la cuenta de resultados que ni imaginabas.
O lo que es lo mismo: Planifica bien, controla y estrecha los costes, ve por delante de la normativa y conoce los números de tu empresa.
Soy Esther Vázquez, trabajo con una metodología única para empresas alimentarias que necesitan soluciones reales.
¿Necesitas saber más? No te quedes con la duda, solventarla es GRATIS.
Contáctame en alimentaria@esthervazquezcarracedo.com o por whatsapp en el 690 63 25 20.
