Hoy escribo este artículo con lágrimas en los ojos. Son lágrimas de emoción y satisfacción. Son lágrimas que una vez más dedico a mi madre, gran responsable de la persona en que me he convertido.
Pronto comprenderéis por qué digo esto.
Me pretensión no es hablar más de lo que se ha hablado sobre la Confianza, un valor que personalmente considero básico y fundamental para que se sostenga cualquier estructura de sociedad.
Desde hace unos años se habla largo y tendido de lo importante que se ha convertido este valor en las relaciones profesionales y entre empresas. No acabo de entender por qué nos damos cuenta de esto ahora. Como decía, para mí es algo de base, como al guerrero que se le presupone el Valor.
Hoy comparto con vosotros lo que considero que es la verdadera relación de Confianza entre dos personas. Comparto un ejemplo personal. He tenido que esperar más de 10 años para saber a ciencia cierta que estaba en lo cierto.
Es un ejemplo que utilizo desde ya hace unos años cuando me toca hablar u opinar sobre la Confianza en las relaciones profesionales.
José Manuel trabajaba en una compañía multinacional en Madrid. Empezamos un trabajo de colaboración que ha durado más de 10 años. Necesitaban un colaborador en Galicia.
Deciros que nunca nos hemos visto las caras, nuestro medio de comunicación era el teléfono y el mail.
Esta misma persona fue la que 3 años después me recomendó en su compañía para llevar a cabo un proyecto adicional para la empresa Carrefour que finalmente duró 7 años. Pero esta es otra bonita historia que guardo en mi memoria.
José Manuel ha dejado de trabajar en la empresa hace 3 semanas y me ha escrito un mail para comunicarme la nueva situación.
Al leer su mail sentí una gran pena. Le escribí y en esta ocasión aproveché el mensaje para contarle lo que os acabo de contar, que él era el protagonista de la anécdota a la que siempre recurro cuando hablo de Confianza.
Qué alegría y emoción me he llevado al leer su mail de respuesta. Os dejo el párrafo responsable de que mis ojos estén brillando
“Me ha alegrado y emocionado mucho recibir tu correo, porque tengo exactamente el mismo sentimiento hacia ti. Siempre me has ayudado por complicado o difícil que te planteara el trabajo a realizar, y por supuesto con una exquisita profesionalidad que me generaba una gran confianza”
Siempre he sabido que esta relación era un claro ejemplo de Confianza pero no tenía constancia de que la otra persona pensase lo mismo que yo. Ahora lo sé.
No puedo decir si en la época de mis padres y abuelos las relaciones de Confianza eran más frecuentes, genuinas y verdaderas. Sin embargo creo que actualmente estas relaciones son cada vez más escasas, laxas e interesadas.
Os invito a que demostréis que estoy equivocada en esta percepción y compartáis un ejemplo de relación de verdadera Confianza en vuestras vidas profesionales.
Un hecho tan escaso hoy en día merece la pena ser mencionado. Gracias José Manuel por alegrarme el día.